Tú la letra, yo la música
Alex Fletcher es una vieja gloria de la música pop, que había
triunfado en los años ochenta con un grupo llamado precisamente así,
‘Pop’. Sin embargo, como le ocurrió al otro de Wham,
casi nadie recuerda su nombre, mientras su compañero de banda se hizo
celebérrimo al labrarse una carrera en solitario. En la actualidad, le
ofrecen aparecer en un reality show televisivo sobre cantantes acabados y
una estrella jovencita le solicita una canción para cantarla a dúo.
El comienzo de ‘Tú la letra y yo la música’ es
lo mejor de la película. El videoclip que podéis ver a continuación,
con la pegadiza canción ‘Pop goes my heart’ es una hilarante imitación
de la estética ochentera que merece mi aplauso.
La escena siguiente, en la que habla con los ejecutivos de televisión
sobre cómo será el programa de viejas glorias en el que va a aparecer y
comienzan a recitar nombres de grupos que se quedaron sólo para los
recopilatorios, también es muy divertida: R. E. O. Speedwagon o Frankie Goes to Hollywood serían
algunos de ellos. Sin embargo, es una pena que este espacio de
televisión no se retoma y que no podamos ver a Hugh Grant boxeando
contra alguna estrella acabada.
Otro de los grandes méritos es el retrato de la cantante adolescente
que triunfa más que Britney Spears o Shakira. Es una niñata que se
contonea eróticamente en los escenarios, pero que luego se entrega a las
religiones zen y los rezos espirituales. Cuando los protagonistas le
componen la canción, ella decide acompañarla por un rapero que, viendo
la figura de 50 cent, se debería llamar 3 dólares.
Por lo tanto, el guión de la película demuestra un conocimiento muy
profundo del mundillo musical y de la MTV, y le saca todo el partido que
puede a este aspecto, en una crítica amable, aunque muy acertada.
El otro aspecto, la parte romántica, también está bien construida y
ambos personajes interpretan bien sus papeles. Pero quizá es lo que
menos emociona. Como se adivina por el título y como puede que ya hayáis
visto en el trailer, el personaje de Grant tiene dificultades para volver a componer. Drew Barrymore interpreta
a una chica acomplejada y aprensiva que riega las plantas del piso del
cantante. Cuando intenta componer con un letrista ególatra descubre que
esta mujer peculiar tiene buena mano para las rimas sobre temas
amorosas. Y le ruega que le ayude a dar con un tema pegadizo que la
estrella zen acepte. De su colaboración surgirá una cercanía que se
convertirá en algo más.
Hugh Grant está a medio camino entre esos personajes tan
sobreactuados que comenzó a hacer tras ‘Cuatro bodas y un funeral’, como
por ejemplo, en la insoportable ‘Nueve meses’, y la sobriedad de films
del tipo de ‘Lo que queda del día’. Volviendo a su faceta encantadora
que hacía tiempo que había abandonado para convertirse en el canalla de
‘Un niño grande’ o 'American Dreamtz', Grant le da empaque a una película que probablemente con otro actor de menos categoría se quedaría en insulsa.
Drew Barrymore,
como ya ha hecho otras veces, se muestra torpe y falta de autoestima,
empeorando a propóstito su aspecto para parecer más la vecina de al lado
que una bella mujer, resulta entrañable y simpática.
Una buena opción en este fin de semana de estrenos tan musicales. Se pasa el rato de forma muy amable. Más que una chick flick es una película para todos aquellos que vivimos los años ochenta y conocimos el tipo de música que se hacía entonces.